Las Vacunas y El Futuro

La humanidad durante muchos siglos sólo contaba para aliviar sus males y sanar heridas, con brebajes y cataplasmas que confeccionaba a partir de plantas, acompañándolos con rituales místicos porque se consideraban que las enfermedades eran castigos divinos por cometer pecados. La situación se complicaba si el mal presentaba síntomas fuertes o cuando varios individuos enfermaban casi al mismo tiempo y con síntomas similares.
La primera epidemia registrada ocurrió en el siglo VI después de nuestra era, en la Roma Antigua donde se perdió alrededor de un 25 % de la población y es conocida como la Peste Justiniana. Estos terribles eventos se repetían, provocaban en cada ocasión numerosos contagios y gran cantidad de muertos. La humanidad tardó muchos siglos en determinar el origen de las dolencias y los mecanismos de contagios.
No fue hasta inicio de ese fabuloso siglo XX que se logró implementar el sistema de vacunación integral preventiva, fundamentalmente a los pequeños, contra el tétano, la difteria, el sarampión, el cólera y la temida tuberculosis entre otras enfermedades que causaban epidemias. Aunque la idea de inocular con variantes de las mismas cepas infecciosas a las personas para que crearan anticuerpos se había propuesto varios siglos antes, cuando se usó pústulas de viruela de vaca para inocular a los individuos contra la enfermedad. Aún recuerdo cuando a todos los niños del barrio nos daba papera, sarampión y varicela entre otras enfermedades. Algunos se contagiaban con la temida poliomielitis y era triste ver sus deformidades.
Recién se ha logrado aumentar el tiempo de pronóstico de vida de las personas en cifras por encima de 80 años, aunque no todos los países han logrado subirlo y los programas masivos de vacunación tienen un gran porciento de responsabilidad de ese gran triunfo. Millones de niños sobreviven y tienen una buena salud por la protección que le brindan los antídotos de muchas enfermedades virales que anteriormente diezmaban millones de vidas infantiles.
La humanidad debe sentirse orgullosa y agradecida de aquellos hombres que dedicaron sus vidas a investigar para lograr conocer las causas, formas de transmisión y cura de aquellas epidemias que azotaban al mundo. Podemos citar como pioneros en esta esfera de las vacunas a Jenner, Pasteur, Finlay y Salk, entre muchos más. Además, tienen gran mérito los voluntarios que participaban en las inoculaciones de los nuevos antídotos en el paso final para demostrar su eficacia. Hoy ese reconocimiento se mantiene a los miles de científicos y voluntarios que continúan buscando soluciones seguras para erradicar las epidemias.
El panorama de las vacunas como método preventivo es el futuro en la salud de la humanidad y en ellas está la solución a muchos males incluyendo el temido cáncer y las enfermedades contagiosas que cada vez se propagan más con la gran interacción de los humanos con el medio ambiente y los animales. Surgen novedades que nos llevan a confiar más en la ciencia como el recién descubrimiento con apoyo de la inteligencia artificial que permite identificar múltiples estructuras de las proteínas que produce el cuerpo, herramienta que se considera apoyará el descubrimiento de nuevos métodos curativos y no se tendrán que esperar siglos para implementarlas.
Nada, que con los avances tecnológicos en todas las áreas, el respaldo de cada estado, así como las instituciones internacionales se ha obtenido, aunque no lo creamos al estar abrumados por los días tan difíciles que se han vivido, la producción a gran escala de vacunas efectivas en aproximadamente un año  y es uno de los logros más relevantes de la humanidad. Nos demuestra que, pese a todos los problemas, estamos en un mundo de avanzada. Inimaginable hace apenas 60 años.

 

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