Preferencias

Las preferencias son tan complicadas que comentar sobre ellas es ya un problema. Tenemos preferencias alimenticias, sociales, de entretenimientos, sexuales, políticas, de lecturas, religiosas por citar algunas. A estas categorías también las llamamos en ocasiones gustos y cada una, tiene sus adeptos o detractores. Los partidarios de una preferencia por lo general forman federaciones, grupos, partidos, asociaciones, club, un sinfín de organizaciones para compartir con sus semejantes o para luchar por sus derechos. Algunas veces se reúnen creyendo que su adicción es minoría, no siempre es así, pueden descubrir que un gran número de coterráneos comparten gustos o creencias.
A unos nos gusta bailar y a otros escuchar música; a unos les gustan los hombres y a otros las mujeres; a unos nos gusta leer y a otros escribir; a unos nos gusta el rojo y a otros el azul y así es en todo. Un fenómeno interesante es que cada persona no tiene una preferencia, tiene miles y esto es causante de incongruencias en núcleos cerrados como las familias, matrimonios o amigos. En asociaciones o grupos, también afecta esa variedad de gustos. Es sumamente difícil satisfacer a todos por esa causa y esas desavenencias causan importantes rupturas de pactos entre los humanos en general.
Disfrutar nuestras predilecciones es fenomenal, que placer si tenemos la oportunidad de asistir a un concierto de un artista favorito, ir al cine, ir a un restaurante, ir a la iglesia o ir a la playa. En otras ocasiones nos pueden provocar malos momentos, como cuando convivimos en medios donde lo que nos cautiva no es bien visto, por ejemplo ser bailarín, músico, artista, homosexual, escuchar música instrumental, tocar la trompeta o la batería. Las preferencias religiosas, sexuales o políticas son las más conocidas, sin embargo existen tantos partidos políticos, sectas religiosas y gustos sexuales que nos asombraría conocer su número.
No nos preocupemos, lo bueno es que todo tiene solución. Por lo general se forman asociaciones con un sólo tópico de interés para defenderlo. Por otra parte ya no vivimos los tiempos antiguos donde nuestras preferencias, debíamos tragárnoslas como píldoras.
Somos dueños de nuestros destinos y podemos luchar por obtener lo que nos place. Vivir donde queramos, estudiar y ejercer la profesión de nuestra vocación, hablar con quién deseemos o casarnos con el que amemos por ejemplo.

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