El bebé de las Compotas
Hace muchos años se vendían en mi país compotas que tenían en su etiqueta la foto de un bebé. Muchos, por su edad no la conocieron. En las décadas del 60 y 70 del siglo XX, la mayoría de los envases tenían una etiqueta de papel identificando la mercancía. En especial las compotas se identificaban con una bella carita de un nene de pómulos rojos. De este producto para infantes, la que más me gustaba era la de manzana, aunque a mí no me tocaban. Siempre pensé que aquella imagen era una impresión retocada, no podían existir infantes con cachetes tan colorados. En mi tierra ese color en la piel, es símbolo de mucha sangre. Para mi sorpresa, los pequeños caucásicos en estas frías regiones del planeta tienen ese matiz natural y lo adquieren cuando sienten mucho calor o frio. Las importaciones de aquellos productos eran de países de estas mismas latitudes y así eran sus niños, no era ficción. He comprobado la realidad con mi nieto, a los que se les colorean sus pómulos del mismo modo. Al principio hasta me asustaba de ver sus mejillas tan coloreadas, ya aprendí y es hermoso verlo como a los nenes de los rótulos de las conservas.
El tema de las etiquetas y los envases, es interesante y tienen su propia historia. Los envoltorios han ido evolucionando más de los que muchos piensan. Antiguamente se usaron hasta tripas de animales entre otras cosas extravagantes para contener productos. Los inventos del papel, el cristal, el metal fino y rolado revolucionaron esta esfera de identificación y embalaje. Más tarde la aparición del plástico y luego su combinación con metal y cartón trajeron mejoras considerables al mercado. Se incrementaron los tiempos de duración de almacenaje de las conservas, la seguridad de los productos y un mejor etiquetado. Con la impresión de información del producto en el mismo envase se pasó a ofrecer la composición detallada del producto y hasta método de uso. Quedaron atrás los datos efímeros y la desinformación. Hoy cada cual puede seleccionar el producto a consumir con un enorme nivel de referencia. Porcientos de azúcar, grasas saturadas o no, sal y cantidad de calorías entre otras. Es fenomenal. Existe una comunicación perfecta entre el consumidor y el productor.
Ahora está el reto para los consumidores que debemos saber seleccionar lo que necesitamos, para ello tenemos que estudiar y conocernos a nosotros mismos. Esta rama de la industria se ha convertido en una ciencia y hasta objeto de colección. La belleza de la presentación, la información y la seguridad de las mercancías están en la carrera de la competencia. Ah y ya están llegando los envases biodegradables. Que buen futuro. Como cambian los tiempos compadre.
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