Criterios
Estamos en tiempos de muchas opiniones, todos damos una valoración de lo que sucede a nuestro alrededor e incluso allende de los mares. Eso es un buen síntoma, hacemos uso de nuestros derechos como seres humanos y yo en esta crónica, daré el mío.
Las generaciones de jóvenes actuales desconocen que no hace tantos años no se podía prácticamente emitir ningún criterio en el seno del hogar, ni en el centro de trabajo y mucho menos en la política. En los hogares los padres imponían una disciplina tan rigurosa que es difícil imaginar. Los hijos no podían decidir sus destinos, debían seguir el camino trazado por padres que también habían sido criado bajo el régimen del silencio.
Al conseguir un trabajo en cualquier área, si deseabas mantenerlo debías decir: si señor y no señor. Además, debías cumplir las tareas en tiempo y forma, sin medidas de seguridad u otras prebendas. En lo político, si hacías comentarios negativos, ipso facto ibas para el calabozo sin mediar nada. En el barrio donde residías, los vecinos conocían tu vida, pero en secreto lo comentaban con sus amigos más cercanos. Por lo general no se estilaba expresarse mal de los coterráneos en público y menos de los representantes del gobierno.
La prensa era la encargada de publicar la noticia cuando alguien cometía un desliz y aún así, si el reportaje no era adecuado para alguien, podían censurar a quienes los escribían. En aquellos tiempos pocas personas votaban y pensándolo bien, ese era un medio de opinar en silencio.
Los cambios drásticos en las formas de hacer los trabajos y las grandes facilidades en todas las esferas de la vida otorgada por el uso de las tecnologías han provocado una ruptura de las reglas de conductas en el comportamiento social, relaciones interpersonales y relaciones familiares que en ocasiones van a los extremos. Muchos hijos no respetan a los padres y son ellos quienes ahora maltratan a sus progenitores.
Las redes sociales están en el límite, con el gran cúmulo de opiniones que se emiten que en ocasiones llegan hasta el insulto o la mentira. Nos sentimos con derecho de usar las redes sociales para mayormente opinar contrario a todo lo que se hace, se construye o se decide. Es alarmante como los mayores insultos lo reciben las figuras públicas políticas, sociales y artísticas, su comportamiento es valorado como si estuvieran en una pasarela o en una exposición y otros sectores que producen malestares no tienen esa suerte.
No abundan los elogios a las personalidades, a grupos a asociaciones e incluso algunos personajes representativos de la comunidad. Las noticias de premios científicos, de arte o de eventos sociales son como relámpagos y escasas.
Que hermoso fuera el mundo actual tan llenos de tecnologías y avances científicos, si las opiniones las expresáramos en lugares adecuados y en momentos adecuados. Es tiempo de aumentar las felicitaciones como a los miles de científicos que han desarrollado diferentes vacunas en tan poco tiempo que nos darán la oportunidad de regresar a lo cotidianos pronto y además felicitar a los millones de personas que han permanecido curando, cuidando, transportando, protegiendo y alimentando al mundo entero mientras estamos confinados a riesgo de sus propias vidas.
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