Sembrar y Cosechar

La historia refleja que los humanos en tiempos remotos eran recolectores, luego descubrieron que las semillas se reproducían y el mundo cambió para ellos, al poder producir sus alimentos sembrando y cosechando según sus necesidades. Es posible que ese maravilloso suceso de germinación sucediera por casualidad como muchas cosas, cuando al caer las semillas a la tierra, creyendo que las perdieron, luego vieron emerger los retoños.
Quizás, por eso siempre creí que sembrar y cosechar, sólo se refería al sector agrícola, a medida que he madurado he comprobado que todo en esta vida se siembra y se recolecta, se podría decir que recogemos lo que plantamos. Porque no sólo se cosechan los frutos cuando brotan de la tierra húmeda y repleta de nutrientes, también recolectamos nuestras conductas y acciones según las establezcamos. Cosecharemos amor, amistad y bienestar cuando entregamos esos sentimientos a los demás y por otro lado, se puede recoger maldad, pánico, violencia o discordia si esas cosas son las que esparcimos.
Otro aspecto de importancia en estos procesos de sembrado y recogidas es que no se pueden realizar ni antes, ni después, cada evento tiene su tiempo de ejecución. En el caso de la formación y el comportamiento también seguimos ese mismo patrón, tanto los humanos como los animales, tienen época para  implantarlos, porque después puede ser tarde. Las conductas se van adquiriendo desde niños, sean cual sean, hasta llegar a adultos y perduran toda la vida. Por eso las personas se visten, comen y creen como sus progenitores y muchos hasta profesan sus oficios. Y los animales aprenden a cazar y a alimentarse según su especie. De ese proceso inicial dependerá el comportamiento futuro. Ejemplos, un perro come hueso o alimentos elaborados para ellos, según su dueño se lo suministre o las personas profesan una religión según sus ancestros.
No es posible que un sembrado proporcione frutos jugosos sin regarlos y sin fertilizarlos. Por lo que no podemos recoger amor sin proporcionar confianza, buen trato y hasta delicadeza con los demás. También tenemos que la educación, el respeto son fuentes de alimentación de las buenas personas. Por el contrario, las ofensas, el maltrato y la intimidación en las relaciones familiares son caldo propicios para crear personas violentas.
En este variado mundo existen personas que siembran el odio, la maldad, al igual que un agrónomo o un campesino siembra en la tierra. Muchos lo hacen por ignorancia del resultado de sus intrigas y otros lo realizan con una finalidad, ambas, pueden causar daños irreparables a sus semejantes como reyertas, crímenes, discusiones y hasta guerras. Ellos buscan los temas y condiciones de gran sensibilidad para las personas como la alimentación, la salud o las relaciones personales y luego dejan caer la definición negativa del asunto. Muchas de estas malas relaciones trascienden generaciones e incluso son temas recurrentes en obras teatrales, cines y novelas.
Un fenómeno de alta peligrosidad es sembrar el pánico en multitudes, provocando avalanchas mortales de personas. Crear el espanto es altamente peligroso y últimamente es como un deporte para algunos con sus comentarios alarmistas, muchas veces mal intencionados que provocan disgustos y revueltas.  Lo bueno es que la humanidad ya no es tan crédula, el nivel de educación está en números cercanos al total de las poblaciones y existen medios que nutren la información con variados puntos de vistas, dando la oportunidad de poder sacar conclusiones personales sobre los fenómenos negativos o positivos.
Quien siembra vientos recoge tempestades. Los humanos, además de desarrollar las técnicas de sembrar y recolectar los alimentos necesarios, es importante que sembremos amor, enseñanzas, conocimientos, amistad, amabilidad y alegría entre otras buenas prácticas, para recolectar Felicidad y Prosperidad.

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