Ojos Que No Ven

Los humanos usamos muchos adagios que reflejan variadas cosas de la vida, y uno de ellos es, “Ojos que no ven, corazón que no siente”, ese escenario es bueno, no sufrimos por lo que no vemos. Eso no quiere decir que los eventos o situaciones no existan. En la realidad, muchas cosas nos afectan, aunque no las percibimos visualmente como el frio que debemos abrigarnos bien; el calor y tenemos que hidratarnos; el aire que si nos falta morimos. En general, existen muchas cosas invisibles que influyen en el desarrollo de la vida como el dolor y las enfermedades.
Es curioso como el sentir de esas cosas invisibles no son percibidos por todos de igual manera, por eso, cuando le decimos a alguien que comprendemos su dolor, muchas veces es por solidaridad, porque sólo sienten algo similar quienes atraviesan el mismo fenómeno, aunque estemos uno al lado del otro. A muchas personas nunca les da dolor de cabeza y al comentarles sobre esa dolencia, no lo entenderán. Quienes no han perdido un ser querido, un amor, un trabajo o su casa no concebirán esa angustia que oprime el corazón ante esas pérdidas y en realidad, eso es bueno porque las situaciones difíciles es mejor no vivirlas.
El dolor en ocasiones une a las personas con similares situaciones, por eso, cuando se transita por eventos difíciles, los afectados y sus familiares, crean o se anexan a grupos y organizaciones que otorgan apoyo psicológico y hasta financieros a los implicados por males semejantes como el cáncer, el SIDA o la esclerosis múltiple que causan un incomprensible dolor a los diagnosticados y a sus seres queridos. Ese apoyo es de gran importancia para los portadores de enfermedades terminales, ya que, al conocer los resultados de su padecer es como si murieran en ese instante, no importa el tiempo que respiren después, ellos no serán jamás las mismas personas.  Algunas familias asumen el sufrimiento y no se lo informan al enfermo. En los casos en que el aquejado sea un menor, no existen palabras para calificar la situación.
También ocurren eventos naturales invisibles que dejan gigantescos traumas a las personas que radican en las zonas donde se producen, como los terremotos. Muchos no recobran sus formas de vidas y sus propiedades. Tristemente el resto de la humanidad en ocasiones ni escucha las noticias de lo ocurrido. A todos se les olvida lo ocurrido, sólo los perjudicados nunca dejan de llorar. Hasta las decisiones que tomamos pueden causar efectos nocivos y no las vemos. También coexisten eventos y sentimientos invisibles que producen placer como el amor, la brisa, la luz, la generosidad o la amistad.
Es verdad que a numerosas personas no les importa el sufrimiento ajeno y sólo quieren vivir sus vidas y en ocasiones hasta han sido parte de los afectados, pero cierran sus ojos para que su corazón no sienta. Al otro extremo tenemos a muchos que sí les importa el dolor de sus semejantes y aunque no conozcan la magnitud del mal, tratan de aliviarlo de alguna forma como los médicos al usar la escala virtual del 1 al 10 para imaginar la pena. Numerosas familias adoptan niños abandonados. Otros donan recursos para las reconstrucciones, enseres e indumentarias para los que se quedan con lo que traen puesto.
Encomiables labores realizan los que crean fundaciones para ayudar a los necesitados incluyendo a los animales. Gracias a todos los que perciben con claridad las tragedias y el dolor  ajeno, aunque no lo detecten con su órgano de la visión o lo sufran en sus propios cuerpos. Es posible que comencemos a ser un poco más solidarios con los demás porque las tecnologías han aumentado el campo visual, y se puede ver cada minuto en las pantallas, lo que sucede en el mundo entero.

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