El Valor De La Música
Por estar inmersos en los avatares de la vida, a veces no apreciamos cosas que pueden ayudarnos mucho sin ningún costo y ese es el caso de la MÚSICA. Es una manifestación de la humanidad desde sus inicios. Por el legado pictórico se ha podido conocer que los ancestros practicaban la danza, lo cual evidencia que se movían con algún tipo de armonía sonora. Más adelante idearon una grafía, surgiendo así las partituras, y para placer de los humanos todo ese tesoro armónico antiguo ha quedado como patrimonio intangible de la humanidad, a quien, por cierto, no le gusta escuchar la Quinta Sinfonía de Beethoven.
Cada persona tiene sus preferencias musicales y recibe placer al escucharlas; hasta le dan deseos de cantar y bailar con ellas. Todos tenemos un catálogo de canciones favoritas. En mi caso, al oír cantar a Juan Gabriel, Rocío Dúrcal o Joan Sebastian, entre otros, me producen el mismo efecto que si tomara un ansiolítico. Lo mismo ocurre cuando cantamos bañándonos o haciendo alguna tarea, vamos a un karaoke o integramos un coro, ya sea profesional o no. Por el contrario, estamos incómodos si nos obligan a escuchar algunas melodías que no nos agradan y también causamos malestar a quienes nos rodean al imponerles nuestras selecciones a altos decibeles. Está comprobado que los gustos melódicos son tan diversos como el gusto a las flores: a unos les agrada la música clásica, a otros, la romántica y a otros, la estruendosa, y así con todas.
Los instrumentos musicales son las máquinas productoras de los maravillosos sonidos del ámbito musical y la rama constructiva de estos enseres se convirtió en un punto con tanto valor como la propia composición, ya que garantiza la percepción con calidad de las notas deseadas, como sucedió con los violines Stradivarius que aún son grandemente cotizados, y los fabricantes actuales como Yamaha, Gibson, Kawai, entre otros, facturan miles de millones de dólares anuales en las ventas de estos instrumentos de calidad.
El cuerpo humano es también un instrumento musical. Las cuerdas vocales, cuando se entrenan con los controles de la respiración, permiten que los cantantes emitan notas musicales que posiblemente ningún instrumento logre, y algunos pueden cantar sin acompañamiento instrumental, a capella, como se cataloga. Es maravilloso escuchar a un buen cantante en vivo y a todos nos satisface ir a los conciertos.
Otro aspecto de gran valía de la música es su carácter regional. Las personas cantan y entonan sus ritmos acordes a las zonas donde radican y en sus propios idiomas. Al escuchar una canción o un determinado compás casi siempre podremos identificar de dónde procede esa música, porque ella es también parte de la idiosincrasia de cada país. Y a su vez es internacional; las notas musicales no tienen idioma, todos pueden tocarlas con igual tonalidad. En cada región para crear los ritmos se usan determinados tipos de instrumentos para lograr su propia modulación. Interesante, ¿verdad?
La música también tiene carácter comercial y es una mina que no se agota, cada día crece más porque acumula todo el hacer de los siglos en esta esfera. Miles de millones de personas obtienen su sustento de esta gran industria que implica muchas esferas, como la promoción y las grabaciones, el patentado de obras, la organización de conciertos y espectáculos, las escuelas y los profesores que enseñan técnicas vocales y cómo tocar los instrumentos, los maquillistas y diseñadores de vestuarios para los artistas, la compra y venta de producciones, entre otras. Sin dejar de mencionar la radio, la televisión, el cine y ahora las redes sociales se han convertido en la nueva vía de lanzamiento de los nuevos cantantes. Como toda gran industria, no todos devengan las millonadas de los famosos y sus productores, muchos son asalariados y menos reconocidos, como los acompañantes en coros y orquestas, con algunas excepciones como algunos pianistas que sí han logrado fama y fortuna.
Asombrosa es la valía de la música, que no sólo produce placer, es también comercial, genera millones de puestos de trabajo y representa la idiosincrasia de cada región, y como si fuera poco, sus efectos en el estado de ánimo de las personas son como una medicina y escucharla no tiene precio; bueno, después que logramos copiarlas. ¡Disfrutémosla sin molestar al prójimo, amigo! No importa que sea clásica, reguetón o jazz.
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