El Comercio

No hay duda de que el comercio es el motor del desarrollo de la humanidad. Es como el corazón del mundo, impulsa todo lo que se mueve por aire, tierra o agua y hasta por el espacio. Nada se desplaza o se construye si no es por un interés rentable. La palabra comercio implica compra, intercambio, negocio, en fin todo aquello que genere dividendos y esto es espectacular. La más elemental compraventa resulta cuando se vende la fuerza de trabajo para recibir en pago beneficios sicológicos y remunerados. Lo que es lo mismo que sentirse útil y además obtener prebendas con las que se pueden comprar lo que se necesita para cubrirse, alimentarse o distraerse. Las reglas de las relaciones comerciales se establecieron desde que los antiguos lograron los excedentes de producciones y comenzaron a intercambiarlos.
Todos somos parte del comercio, unos venden y otros compran, es como un círculo cerrado. Todos vendemos y todos compramos. Al vender la fuerza de trabajo se producen productos o bienes que a la vez se venden y todos compramos lo que se vende. Es como un trabalenguas.
Es interesante, como todos queremos crear algo para vender y ese es el punto de partida de la creatividad. Idear algo para ofertarlo y poder vivir de los dividendos de sus ventas es el sueño de muchos. Eso ocurre hasta en los casos en los que se deben invertir muchos años investigando para obtener los resultados. Por otra parte, están los deseosos de que salga al mercado, algo nuevo y preferentemente útil.
Ese proceso de creatividad y pago ha dado por resultado que la humanidad tenga los recursos y tecnologías actuales. En este concepto también surgieron los malos intencionados, que desde el inicio del comercio no sólo expendían mercancías, también comenzaron a mercantilizar a humanos o sustancias tóxicas dependientes. La mala noticia es que aún se hace cuando se cobra clandestinamente a las personas por cruzar fronteras, cuando se paga por prostituir, cuando se pagan míseros sueldos por algunas labores o cuando se venden drogas prohibidas.
Pero no hay que temerle al comercio, él es símbolo de desarrollo, los países que presentan un gran progreso son los que han perfeccionado su comercio.

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