Descendencia
La funcionalidad de cada generación de todas las especies vivas que habitan el planeta Tierra es garantizar una descendencia fuerte y suficientemente numerosa para lograr perpetuar la biodiversidad maravillosa que poseemos. Cada grupo busca la forma de lograr la mayor efectividad en su reproducción conociendo sus ciclos, por lo que todos están involucrados en este proceso.
Increíblemente, los animales y otras especies conocen sus estrategias de cómo lograr descendencias que garanticen su perpetuidad; mientras el hombre, además de interferir con su accionar indiscriminado en la proliferación de algunos especímenes salvajes, da síntomas de no estar realizando acciones coordinadas para la seguridad de la descendencia de la humanidad y en esta época de grandes avances tecnológicos, lejos de estar garantizando el crecimiento, se complica.
Los organismos internacionales pronostican grandes crecimientos para mediado del siglo XXI, basándose en la gran explosión demográfica de los últimos 70 años, donde pasamos de 2 600 millones en 1950 a un poco más de 7 000 millones en el 2022. En mi parecer muchas cosas han cambiado en los últimos tiempos que podrían afectar esos pronósticos. Podríamos citar que han aumentado las muertes causadas por enfermedades influenciadas por una alimentación demasiado procesada, con excesos de azúcares y grasas, por el estrés y hasta por las apariciones de nuevos virus, que aparentemente no provocan números alarmantes a primera vista, pero alteran el equilibrio demográfico.
La baja natalidad en muchas regiones del mundo es preocupante. No todos engendran hijos por múltiples causas. Algunos alegan que no les gustan los bebés, otros, biológicamente no son aptos para tenerlos y un gran número lo van retrasando hasta buscar el confort económico y cuando se deciden, ya no los conciben. Pero no se debe sufrir por ello; posiblemente sea la oportunidad para que muchos infantes, que por variadas causas no tienen el abrigo necesario, sean adoptados. Pero todas esas decisiones propias contribuyen a bajar la descendencia.
Por otro lado, el número de personas que se incapacitan o mueren por accidentes de variados tipos, por asesinatos, por enfermedades del corazón o cáncer en edades aún fértiles aumenta cada día. Influye también en la baja tasa de natalidad el surgimiento de un estilo de vida donde las parejas tienden a no formar familias estables y las mujeres agobiadas, al tener que combinar funciones de madres y de trabajadoras, procrean uno o, cuando más, dos hijos. Y como colofón, las poblaciones en edades reproductivas están priorizando el disfrute sólo del sexo sin casarse ni procrear, sin importar el género, lo cual contribuye a una merma gradual de la población.
Pensemos por un instante en los animales, las plantas y las demás especies vivas, para las cuales el objetivo es perpetuar su especie. Las plantas esparcen sus semillas con la ayuda del viento, los animales buscan sus parejas en tiempo de apareamiento y muchos organismos asexuales se dividen siguiendo un ciclo. Los humanos sólo los engendramos y muchas veces, sin tener condiciones o una planificación. Creo que con el desarrollo hemos perdido el sentido de la vida y sólo pensamos en el sexo como disfrute, no se planifica unirse en parejas para lograr hijos deseados y criarlos con las condiciones adecuadas.
Existen más aristas negativas. El grado de pertenencia compartida de los hombres hacia los hijos también se ha perdido; muchos ni siquiera dan manutención económica, y otros, aún peores y que están proliferando, matan a sus descendientes para hacer sufrir a las madres. ¡Qué horror!
Las leyes en cada país se rigen según criterios políticos y culturales y son disímiles en cada región. No se aprecia un basamento para garantizar la continuidad de la especie; algunos aprueban o desaprueban el aborto, otros, regulan el número de hijos, otros brindan protección a los infantes y algunos no les brindan ningún apoyo significativo.
Los grupos que luchan por la no extinción de algunas especies deberían incluir a los humanos en sus listas. No sólo el cambio climático y la caída de un gran meteorito acabarán con las especies vivas. En el caso de los humanos, en los próximos años, de no tomarse medidas fuertes para eliminar el hambre y las carencias de muchos infantes, esos niños desnutridos y con carencias de afecto formarán una gran parte de los adultos del futuro, en contraposición con la necesidad de que exista una descendencia fuerte y con calidad para perpetuar la especie, aún si logran sobrevivir con tantas desigualdades, guerras, contaminaciones y violencias de la actualidad.
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